La mayoría de veces dejamos de hacer algo que nos apetece mucho porque tenemos miedo a hacer el rídiculo, miedo al que dirán, miedo a que nos salga mal. Y nos pasa con todo en la vida, si hay miedo no podemos avanzar.
En el baile, una vez que alguien decide apuntarse, el primer motivo para darse de baja de una clase es la vergüenza. Es duro tener que enfrentarse a un espejo y parecer un pato mareao, confirmar el poco ritmo que a priori tenemos y creer que nuestros compañeros se están fijando en lo mal que nos está saliendo el paso.
¿Sabéis un dato curioso? La sensación de ridículo, acusada en las culturas latinas, se debe también al miedo al ríduculo. Y la vergüenza ajena, una emoción derivada de la anterior, ni tan siquiera tiene traducción al inglés. Es normal ver a estadounidenses y japoneses jugar en la calle con desconocidos, disfrazarse en Halloween o cantar en karaokes sin una gota de alcohol y con muchas menos dotes para el cante.
Vamos a decirle adiós al miedo. El miedo al ridículo es una consecuencia del miedo al rechazo por el que
pagamos un precio excesivo para poder ser nosotros mismos.
En nuestra Escuela de Baile tenemos clases personalizadas, clases con grupos reducidos y clases solo para chicas, como las clases de Lady Style. En Lady Style, las mujeres perfeccionamos nuestro estilo de
baile en los pasos libres para chicas, con el conocido “estilo chicas”. Nos reímos, nos lo pasamos bien y dejamos fuera la vergüenza.
Si tu problema es que no tienes pareja para venir a bailar, lo primero es saber que mucha gente va sola a bailar. Además en las clases grupales se hacen rotaciones para que todos bailen con todos.
Lo único que debes hacer es dar el primer paso, mover tu cuerpo al ritmo de la música, sin pensar en nada más. Intenta olvidar que hay personas a tu alrededor. Crees que todo el mundo te va a mirar, ¿verdad? ¡¡Pues no, ellos ya están preocupados en con lo suyo!!